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Familias damnificadas viven en albergues con seguridad policial 24 horas

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En el albergue del Colegio Técnico de Pedernales, los más pequeños encienden de alegría el espacio con sus juegos. Los voluntarios buscan la manera de distraerlos y, en este marco, alrededor de 50 efectivos policiales brindan seguridad y control en los alrededores y puertas de ingreso y salida para protección de sus habitantes.

En el campamento viven 56 familias donde se encuentran 60 menores de edad, 34 de ellos tienen entre 2 a 14 años y los 26 restantes son mayores de 16 años.

Un Comité se dedica a las tareas de limpieza, preparación de alimentos, cuidado de las instalaciones y niños.

Varias entidades como la Policía Nacional, el MIES, Cruz Roja y los voluntarios generan un ambiente lúdico y familiar propicio para los menores y adultos que habitan en este espacio que será su hogar durante seis meses, al menos.

En el albergue del Colegio Técnico de Pedernales, los más pequeños encienden de alegría el espacio con sus juegos. Los voluntarios buscan la manera de distraerlos y, en este marco, alrededor de 50 efectivos policiales brindan seguridad y control en los alrededores y puertas de ingreso y salida para protección de sus habitantes.

Fernanda Mendieta es una de las damnificadas por el terremoto, mira como su vivienda será demolida por los fuertes daños que sufrió. Relata que ese día se encontraba en el parque central esperando la hora para ingresar a la iglesia y ser parte del bautizo de su nieta. Junto a sus hijos de 3, 6 y 10 años cayeron al piso cuando el terremoto demolía las estructuras.

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En otro extremo de la carpa vemos a Carlos Granda, uno de los cuatro adultos mayores que está albergados. Tiene 75 años. Junto con su esposa relata que cayeron al piso cuando empezó el temblor. Tiene heridas sus rodillas. Agradecen a Dios estar vivo y se recupera bajo los cuidados de los voluntarios médicos.

Sus miradas están agotadas por el tiempo, pero su fuerza es inagotable, “si con mi edad sigo caminando y no me duele nada. Pedernales igual es tan duro como el Guayacán y saldrá más fortalecido de esta catástrofe”, comenta entre risas.

Paul Guerra, psicólogo voluntario, ayuda a que las familias y los profesionales de las entidades que están apoyando a los damnificados no caigan en el síntoma postraumático producto de esta tragedia, ya que es importante que reestablezcan su fortaleza emocional.

Existen seis alberges ubicados en los sectores de la Terminal Terrestre, 23 de Marzo, La Villega y Colegio Técnico, los cuales reciben dotación diaria de alimentos y agua. La atención médica, psicológica, entretenimiento, vestuario está presente. El resguardo policial precautela la seguridad de los menores de edad, adultos mayores, las 24 horas todos los días. Redacción AR. /MDI /DNCE

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