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El servicio a la comunidad es lo más gratificante para un policía

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El sargento segundo Roberto Bayas llegó a laborar a Manabí en enero del 2015. Lo designaron como policía comunitario de la parroquia Calderón de Portoviejo, considerando que era idóneo para ese puesto. Antes, dentro de sus funciones, fue parte de la seguridad del economista Rafael Correa.

Bayas, en sus 18 años de servicio, nunca había cumplido el rol de policía comunitario, sin embargo, se dio cuenta de que el trabajo comunitario es su vocación. “He trabajado con los estudiantes de escuelas, colegios y con los padres de familia. Lo que más me gusta es ver sonreír a un niño, recibir el abrazo sincero de un docente, el agradecimiento con un apretón de manos por parte de los padres de familia. Saber que los alumnos a más de decirme policía, me dicen profesor o maestro. Me agrada saber que mi ayuda está dando frutos”, comenta el uniformado.

En estos meses se ha centrado en capacitar a las personas, en temas 100 % preventivos, como el bullying, violencia intrafamiliar, drogas y valores en la familia, con una metodología basada en la proyección de vídeos, con hechos reales que tienen mensajes positivos.

El sargento ha impartido sus conocimientos a los alumnos del colegio Abdón Calderón, Unidad Mercedes de María, Azuay, Bijagual, Latacunga y Otto Arosemena, cumpliendo una instrucción de más de 2 mil personas.

Seguridad de Rafael Correa

Antes de ser parte de la Policía Comunitaria, integró el personal de Servicio Urbano, la Unidad de Tránsito de Quito y otorgó seguridad en el Ministerio de Economía, lugar donde conoció a Rafael Correa, presidente de la República del Ecuador, quien en ese entonces cumplía las funciones como ministro de Economía.

“Tuve el honor de trabajar un año y medio como parte de la seguridad del economista Rafael Correa, aquello fue un privilegio porque lo vi iniciarse como político y eso me marcó. Con él hablábamos de fútbol porque yo soy barcelonista y él es hincha de Emelec. Entonces me decía de broma, que no existen personas perfectas. Una ocasión fuimos a la parroquia Zumbahua en la provincia de Cotopaxi, donde él había realizado un voluntariado y pasamos muy bien. Fueron momentos únicos, buenos recuerdos que tengo en mi mente”, afirmó.

Ser policía es su vida, porque le ha permitido servir con el corazón. Además, se ha dado cuenta de que el uniforme se le ha ido pegando en la piel. “Ahora más que nada, por la labor comunitaria siento mi verdadera vocación, porque el servicio a la comunidad es lo más gratificante que uno puede tener”, dijo.

El sargento Bayas tiene 41 años de edad. Nació en el cantón Cevallos de la provincia de Tungurahua, vivió gran parte de su vida en Santo Domingo de los Tsáchilas y ha permanecido por algún tiempo en Latacunga, Quito y Guayaquil. Está casado con una portovejense, tiene dos hijos, una niña de 7 años de edad y un varón de 11 años de edad. “Algunas veces, cuando salgo a trabajar dejo a mis hijos durmiendo y cuando regreso también los encuentro dormidos, por eso los días que tengo libre los disfruto al máximo con ellos”, manifestó.

Deportista y hombre de fe

Fuera de cualquier creencia religiosa, Bayas considera que los principios espirituales deben estar ligados con el servicio comunitario. Pertenece al Movimiento Juan XXIII y fue parte de la seguridad del Papa Francisco en su visita a Ecuador. Los jueves, desde las 19h00 hasta las 22h00, se reúne con los integrantes del grupo y también participa en convivencias.

“Tengo algunas pasiones, me gusta leer la palabra de Dios y compartir la fe con los demás. Algo que también disfruto es jugar básquet, fui preseleccionado de Santo Domingo de los Tsáchilas. En mi época surgió Michael Jordan y todos queríamos ser basquetbolistas. También me fascina el fútbol, soy fan número uno de la Selección Ecuatoriana, me gusta ver los partidos de la Champions Leage, Copa Libertadores, entre otros torneos”, acotó.

Ama el orden, le gusta dibujar con carboncillo y pintar murales. De los 10 hermanos que son en su familia, uno que es sacerdote y le pide consejos cada ocasión que lo requiere. “Hay que esperar todo lo que Dios dispone para seguir en este bonito servicio de trabajar en beneficio de la comunidad”, menciona el sargento Roberto Bayas. Redacción L. R. /Manabí /DNCE

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