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Cañar

Para la mujer policía, el sacrificio es labor de todos los días

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Usar el uniforme de la Policía Nacional del Ecuador fue un sueño de la infancia de tres mujeres. Ahora son parte de la institución en el Azuay.  Uniforme que hoy lo visten con orgullo y con  el deseo de representar al sexo femenino en una profesión fuerte, peligrosa, pero sobre todo de servicio.

“Ser policía inspira respeto”, fue la primera respuesta de la teniente Sandra Silva, de 26 años, quien recordó lo que la motivó a estudiar en la Escuela de Policía. “A más del gusto por el uniforme, lo que llamó mi atención fue que cuando era niña, un policía me ayudó a cruzar la calle. Por eso siento que al usar este uniforme tenemos la obligación de ayudar a las personas”, comentó Silva.

Sandra llegó a la escuela de formación de Policías Froilán Jiménez, hace cinco meses de su ciudad natal, Santo Domingo de los Tsáchilas, para cumplir su rol de instructora de mujeres aspirantes a policías.

El ejecutar este trabajo, la lleva a motivar a sus estudiantes a convertirse en personas fuertes y con carácter, con el fin de olvidar la categorización  de que “la mujer es del sexo débil”.

“Tanto hombres como mujeres tienen el mismo trato y respeto, sin importar rangos ni edad.  Mi trabajo es hermoso, pero no fácil, porque depende de uno que las aspirantes sean policías estrictas y con una personalidad fuerte para enfrentar lo que venga”, acotó Silva.
 
Valor

Entre las experiencias de su trabajo, la cabo Martha Solís, 26 años, de la provincia de Bolívar, recordó que en su estadía en Quito, cuando estaba en un patrullaje de rutina, un hombre de contextura gruesa atacó a su esposa, tumbándola al piso le propinó varias patadas.

Esa imagen, la indignó de tal manera que corrió donde el agresor y lo sometió, obligándolo a detenerse. “Ver a un hombre pegar a su esposa y de tal forma,  me llenó de coraje y lo único que tenía en mente, era detenerlo.  El sujeto pensó que por ser mujer no me acercaría a él, pero fue todo lo contrario y lo llevé detenido”, indicó Solís.

Martha lleva casada siete años con un militar y tienen dos hijos y hasta el momento su relación se conserva por la confianza, comprensión y respeto. Es por ello, que en su mensaje hacia las mujeres recalcó el vencer al miedo y denunciar todo acto de agresión.

Apoyo a mujeres violentadas

La policía María Vargas, de 26 años,  trabajó en el Departamento de Violencia Intrafamiliar (DEVIF), por lo que la motivó a relacionarse con las agredidas, con el fin de comprenderlas y apoyarlas con mensajes de superación.

“A la oficina llegaban mujeres con historias imposibles de creer, por la crueldad a la que eran sometidas.  Pero un diálogo con ellas ayudaba a que su miedo desvanezca y mantengan la denuncia y el valor de alejarse de sus agresores”, manifestó Vargas.

«El trabajo de una mujer policía es en todo campo, mucha están en las calles brindando seguridad, otras nos encontramos tras un escritorio entregando seguridad y confianza a otras mujeres, los dos lados tienen igual importancia, porque la prioridad es el servicio a la ciudadanía», opinó la policía.

En la preparación física de las aspirantes, las instructoras se esfuerzan en los entrenamientos, para que las estudiantes aprovechen a lo máximo las clases y sean policías de defensa, a más del servicio a la ciudadanía.

“Debemos prepararnos como policías para enfrentar cualquier situación de violencia, incluso enfrentarnos ante agresores masculinos. Las mujeres policías somos las únicas que podemos detener o someter a otra mujer, pero no estamos libres de que algún hombre o delincuente nos ataque”, señaló Silva.

Estas policías cumplen con abnegación su labor, de campo u oficina, ya que para ellas es una obligación entregar lo mejor de su trabajo día a día, en una profesión en la que el género femenino cada día gana más espacio, por ello consideran que deben constituirse en un ejemplo.// Ministerio de Interior / Freddy Pichucho DNCE.

 

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