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La masacre del Putumayo: 28 años después sigue dejando legados de compromiso de lucha contra la delincuencia

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Siendo este uno de los hechos que ha causado mayor conmoción entre las filas policiales durante las últimas décadas, donde 18 uniformados perdieron la vida en lo que habría sido una emboscada por parte de grupos delictivos vinculados a temas de narcotráfico y contrabando de combustibles, 28 años después, la Policía Nacional del Ecuador reitera su compromiso firme de cero tolerancia a la delincuencia.

Los servidores policiales que fallecieron aquel fatídico 16 de diciembre de 1993, son y serán siempre recordados bajo el juramento institucional de cada policía de “Ofrendar la vida si fuera necesario”, pues mientras ellos luchaban y se enfrentaban a grupos irregulares, con el único fin de resguardar la seguridad ciudadana y garantizar la convivencia pacífica en esa zona y en todo el país, fueron acribillados en el cumplimiento de su deber.

Todos los días, durante la noche y hasta el amanecer, los uniformados realizaban patrullajes fluviales a bordo de varias lanchas sobre los ríos Putumayo y San Miguel, para mantener el control y evitar que ingresen a nuestro país grupos ilegales dedicados al narcotráfico. Estas agrupaciones delictivas al notar la constante presencia policial, se habrían aliado a la fuerza guerrillera de las FARC, surgiendo desde allí la narcoguerrilla.

“Estábamos ejecutando el operativo “Amanecer”, de pronto escuchamos varios disparos; desde otra lancha dijeron que era una emboscada, decidimos lanzarnos al agua y nadar hasta el otro lado, al llegar a la orilla sentí un disparo en una de mis rodillas y ya no pude seguir; mis compañeros ingresaron hasta la vegetación tratando de encontrar cobertura y dar aviso de lo que estaba ocurriendo” con nostalgia y un poco de angustia relata los hechos el ahora Gral. Geovanny Buenaño, quien en ese entonces era subteniente, y era parte del operativo.

El General Buenaño recuerda que podía ver, desde donde estaba herido, como sus compañeros policías iban cayendo abatidos, “Ellos estaban en el río, detrás de un tronco y desde donde yo estaba podía mirar cómo iban muriendo, de pronto escuché que se me acercaron unas personas, intenté defenderme pero ellos lanzaron contra mi humanidad varios disparos, uno me impactó a la altura de la clavícula y otro en el glúteo izquierdo; quedé casi inconsciente, los guerrilleros pensaron que estaba muerto…”

Minutos después los delincuentes se dieron cuenta que el oficial estaba con vida, tuvieron la intención de asesinarlo, pero decidieron llevárselo hasta donde el “cabecilla” de la organización.

“Pensé que ese día moriría, tenía nublada la vista y mucho dolor, en ese momento solo les pedí que permitan que mis compañeros lleven mi cuerpo” cuenta el Gral. Buenaño.

Le dieron un medicamento, le pusieron un suero y logró sobrevivir, lo llevaron hasta una casa que quedaba en territorio colombiano, y ahí logró recuperar un poco de fuerzas, después de eso, junto a tres compañeros más, fueron rescatados y trasladados hasta la ciudad de Quito. Asegura que el chaleco antibalas le salvó la vida.

El Gral. Buenaño es uno de los sobrevivientes de este hecho y dice que es un suceso que no quisiera que le ocurra a nadie más, invita a los servidores policiales a continuar con su trabajo, demostrando en cada acto la vocación de servicio que implica ser Policía Nacional.

Esta es una de las historias que ha marcado un hito en las filas policiales, muchos policías se fueron y con ellos grandes sueños de servir y proteger, sin embargo, ahora su legado sigue vivo e intacto, dejando como mensaje a las actuales generaciones de servidores policiales que la lucha contra el crimen organizado no debe quedar en la impunidad, demostrando en todo momento la convicción de portar el uniforme y la vocación de servicio que ello implica. C. Pérez. / DNCOE.

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