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Datos Biográficos

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José Lizandro Herrera Calderón nació en la parroquia de Puéllaro, cantón Quito, provincia de Pichincha, el 10 de mayo de 1937; hijo de Segundo Joaquín Herrera y Dioselina Calderón. Contrajo matrimonio con doña Zoila Rosa Torres, con quien procreó cinco hijos.

Proviene de un hogar humilde, donde sus padres tenían que sustentar a doce hijos; concluye su instrucción primaria en una escuela fiscal de su pueblo natal; y, cuando es mayor de edad, acude al llamado de la Patria para cumplir con el servicio militar obligatorio, que lo realiza en el cantón Huaquillas, provincia de El Oro.

El sueño de toda su vida se hace realidad cuando ingresa a la noble Institución Policial el 22 de mayo de 1967, en calidad de policía, prestando inicialmente sus servicios en la Unidad de Emergencia del Cuarto Distrito de la ciudad de Guayaquil, hasta el 13 de diciembre de 1968, en que es dado el pase al Comando Provincial de Policía “Pichincha” No. 1, Servicio Urbano, destacándose siempre entre sus compañeros por su carisma y profesionalismo.

La noche del 21 de noviembre de 1969, junto con sus compañeros de servicio, el policía José Lizandro Herrera Calderón recibió la orden de despejar las vías adyacentes a la Universidad Central, para que el tránsito se desenvolviera normalmente, cuando repentinamente, desde el interior de la Facultad de Jurisprudencia se comenzó a disparar armas de fuego; los disparos aumentaron y varios elementos no identificados y cubiertos el rostro se movieron hacia los árboles cercanos a la entrada de la Facultad. Luego se escucharon varios disparos de armas automáticas y se hicieron detonar tacos de dinamita y bombas molotov contra los miembros policiales, quienes trataban de disuadir a los revoltosos manifestantes utilizando gases.

A eso de las 19h25, el policía José Lizandro Herrera, se observa en su pecho la mancha de sangre originada por la entrada de un proyectil, pues había sido alcanzado por los violentos manifestantes. Uno de sus compañeros le escuchó decir “me han herido”. Urgentemente es llevado a uno de los hospitales más cercanos, pero en el camino sólo pudieron comprobar que había fallecido

Desde el cuartel del Comando Provincial de Policía “Pichincha” No. 1, el féretro fue trasladado hasta la iglesia de La Merced y posteriormente al cementerio de San Diego, el día 24 de noviembre de 1969; acompañaron a este cortejo fúnebre el Presidente de la República, doctor José María Velasco Ibarra; el Ministro de Gobierno y Policía, Lic. Galo Martínez Merchán; el Ministro de Defensa Nacional, Jorge Acosta Velasco; el Ministro de Previsión Social, Lic. Luis Robles Plaza; el Comandante General de Policía, prefecto comandante Washington Martínez Torres, y altos funcionarios del Gobierno y miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, en servicio activo y pasivo.

Ante este doloroso suceso preguntamos: ¿Es de beneficio para un miembro policial sacrificar su vida con el único afán de servir a la sociedad? ¿Comprendieron que este hombre policía dejó atrás padres, esposa, hijos, compañeros y amigos? Seguramente no. Esta es la dolorosa realidad frente a los hechos nefastos, como el que ocasionó la muerte de este pundonoroso policía.

El 21 de febrero de 1978, la Policía Nacional, para inmortalizar su nombre alcanzó del Gobierno de las Fuerzas Armadas, la expedición del correspondiente decreto mediante el cual se asigna a la Escuela de Perfeccionamiento y Capacitación de Clases del Litoral, ubicada en el recinto Fumisa, perteneciente al cantón Buena Fe, provincia de Los Ríos, el nombre de “Cabo Segundo de Policía José Lizandro Herrera Calderón”; perennizando así el nombre de nuestro héroe y convirtiéndolo en el patrono inmortal de ejemplo, valor y sacrificio para todas las promociones de oficiales, clases, policías y aspirantes a policías que han pasado por esta tradicional y gloriosa “Escuela de Fumisa”: templo del saber de la Policía Nacional.

 

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