El espíritu de una mujer policía que la adversidad no doblegó.

«El ser humano no es solamente ojos, cuerpos, brazos, es también espíritu y mientras no se mutile el espíritu, no importa si tu cuerpo está mutilado». Con esa inspirada frase nos recibió Lía Quizphi Moreira, sargento primero de la Policía Nacional, de 49 años de edad. A sus 19 años sufrió un accidente en el que perdió sus extremidades superiores.
Cuenta que perdió sus brazos mientras prestaba servicio en el Comando Policial de Milagro, provincia del Guayas. «Ayudaba a colocar una antena y sostenía con ambas manos un tubo que hizo contacto con cable de alta tensión, a causa de la explosión caí desde el balcón en que me encontraba», recordó.
El apoyo de su esposo, sus hijas, padres y compañeros de trabajo la ayudaron a salir adelante. Sus ganas de vivir y de ayudar a los demás la llevaron a laborar en la actualidad en la Unidad de Atención al personal policial con discapacidad y enfermedades catastróficas. Imparte charlas de motivación a otros miembros policiales que están atravesando por situaciones similares y les explica los beneficios que la institución tiene para ellos.
Sus jefes
La coronel Tannya Varela, jefa del Distrito Centro, relata que la conoció cuando trabajó a su lado en el departamento de Violencia Intrafamiliar. A pesar de su discapacidad supo destacarse en sus funciones. «Es muy inteligente, sensible, una capacitadora increíble, una líder para manejar grupos de jóvenes y adultos. De verdad es una persona admirable», enfatizó.
Quizhpi nació en Portoviejo. Ha pasado la mayor parte de su vida en Guayaquil. Cada semana se encuentra con casos de personas desanimadas por haber sufrido lesiones que los dejaron sin alguna parte de su cuerpo, «Les muestro con mi experiencia que su vida no se ha terminado, que pueden realizar todo lo que se propongan y que lo único que necesitan para ello es actitud», acotó.
La mujer visita las unidades policiales e investiga en recursos humanos si existen entre los policías o sus familiares personas con discapacidad, para ofrecerles toda la información y ayuda que brinda la Institución, como por ejemplo, servicio psicológico.
Quizhpi recuerda que luego del accidente trató de hacer una familia normal y decidió tener a su segunda hija, Katherine. Su otra hija, Josseline, de entonces 3 años de edad, le ayudaba con el cuidado de su hermanita.
La familia.
Su familia es muy unida. Su primogénita estudia podología en el Instituto Tecnológico Bolivariano y la menor asiste a la Academia Altamar. Las dos junto a su padre, el sub oficial segundo José Díaz Ayala, son su inspiración para buscar un futuro próspero.
Agradece a la Policía Nacional por la colaboración brindada en todo su proceso. «Si yo no hubiese sido policía me habría muerto, porque el tratamiento luego de mi accidente fue muy costoso, en ese entonces costó 2 millones de sucres diarios. La institución se hizo cargo. Me han dado estas prótesis y conservo mi trabajo que me da dignidad y un ingreso para que podamos tener un buen vivir», comentó.
Ministerio del Interior / Freddy Pichucho DNCE.
