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Comunicadora social y policía, una combinación que le permite relacionarse mejor con la comunidad

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No es que sus rasgos sutiles, ni su voz suave definan todo en ella, detrás de la capitán Andrea Capelo hay una vida llena de lucha y temperamento. Siempre se caracterizó por ser de aquellas personas que no necesitaban tener hijos o casarse para ser mujer, pues no le gustan los prejuicios sociales. Ella lleva a flor de piel su afán de ayudar a los demás, desinteresadamente.

Madre policía

Ser policía fue algo que la acompañó desde sus primeros años de vida. Su progenitora estuvo en la Institución hasta el rango de suboficial. Sin embargo, en la niñez Andrea Capelo no tenía como prioridad la vida policial, porque llevaba consigo el recuerdo del poco tiempo que estuvo junto a su mamá.

“Muchas veces mi mamá nos llevaba a las unidades donde trabajaba y yo veía eso, sin entender por qué ella no tenía tiempo para nosotros. Al pasar los años miré como primera opción ser policía y así ingresé”, contó la capitán, quien es la mayor de un total de tres hermanos y la única dentro de la Institución.

En esa etapa, Capelo tomó de ejemplo a su madre para emprender el arduo camino dentro de la Policía Nacional.

Su otro anhelo

Algo que la uniformada anhelaba estudiar en la universidad era Comunicación. En la etapa de colegio estuvo en oratorias y en talleres de periodismo. Al graduarse como bachiller pudo ingresar a la Facultad de Comunicación, pero en ese tiempo aprobó para ingresar a la Policía Nacional y tuvo que abandonar la universidad.

“Al inicio fue duro el ingreso al servicio policial, entramos 17 y nos graduamos nueve mujeres y tuvimos que luchar con el machismo. Inicié en Servicio Urbano en Quito, luego colaboramos para el Miss Universo en el año 2004, brindamos seguridad de las candidatas, de ahí fui a Migración y nuevamente en Servicio Urbano, pero aquella vez fue en Guayaquil”, dijo.

En Guayas, la gendarme conoció de unas becas que otorgaba la Policía Nacional y se abrió la posibilidad de retomar sus estudios en Comunicación. Así pudo graduarse en la especialidad de Comunicación Organizacional y Relaciones Públicas.

“Pasé muchas anécdotas ahí, cuando llevábamos dos años de estudio tuvimos que salir y luego de más de un año volvimos a clases y entre 30 personas fui la única mujer que me pude graduar”, detalló la capitán.

Una bendición

En el último semestre antes de graduarse, Capelo quedó embarazada a sus 29 años de edad. Esto, luego de llevar seis años de matrimonio con un integrante de las filas policiales y pese a que tener hijos no estaba en sus planes, enfatizó que aquello siempre será una bendición.

Dentro de su gestación, detectaron que el brazo de su bebé no se había desarrollado con normalidad. Aceptar, afrontar y, sobre todo, amar fue la clave para seguir adelante.

“A los 5 meses de nacida mi hija, tuve que hacer el curso de ascenso en Quito y tenía la lactancia, por lo que fue un poco duro ese tiempo. Luego de ascender estuve en Comunicación Estratégica de la Comandancia y después en Comunicación Externa, donde me sentía muy bien como profesional.

“Vinimos a la ciudad de Manta por cuestiones familiares, porque a mi esposo le dieron el pase acá”, indicó la capitán, quien llegó desde hace más de un año a la ciudad mantense como jefa del Departamento de Violencia Intrafamiliar (Devif), donde aún permanece.

Sus dos aspiraciones

Compartir con diversas familias dentro del Devif y conocer diferentes casos sociales la ha hecho más fuerte, pero a su vez creció en ella su anhelo por servir a los demás. “Ser comunicadora me hace entender mejor las situaciones de la comunidad y entablar mejores diálogos con ellos”, manifestó.

Una de sus aspiraciones luego de su vida policial es plasmar en libros todo aquello que durante años escribió y hasta la fecha lo hace. “Tengo un cuaderno donde llevo escrito todo lo que viví con mi hija, desde su etapa de gestación y quizás cuando ella tenga 18 años le entregue un libro donde sepa lo mucho que luchamos para su bienestar”, comentó.

La capitán sostiene que la sociedad debe dejar de lado perjuicios, como el de decir que si no se casa una mujer ya está en la “percha” o como dejar aislado el hecho de que un hijo pueda salir del embarazo con problemas de salud. “Cuando alguien pregunta a una madre embarazada o al esposo que si será niño o niña, las personas suelen decir lo que sea con tal de que nazca sano. La pregunta es ¿y si nace con problemas de salud? Creo que el amor debe ser igual y los padres deben estar conscientes de aquello”, indicó.

Bajo ese pensamiento, el segundo anhelo de la capitán es algún día tener una fundación de ayuda para familias con hijos que tengan algún tipo de discapacidad y publicar un libro de autoayuda para ellos. /MDI /DNCE

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