Azuay
Azuay: «Es mejor ser útil que ser importante», Pablo León

Existen decenas de frases en la vida de Pablo León Navarro, jefe de la Policía Judicial del Azuay, que desde mañana asumirá su nuevo cargo en la Dirección Nacional Antisecuestros, Muertes Violentas, Extorsión y Desaparición, DINASED. Con la que más se identifica, es aquella que un día su abuelo le dijo, “es mejor ser útil que ser importante”.
León es un hombre sin complicaciones, de lectura rápida y directo. Sobre su escritorio reposan sus grandes pasiones, una estatuilla con forma de policía que le fue entregada en diciembre pasado, por su labor al frente de la PJ. Otra de una motocicleta, ya que su amor por la velocidad no ha desmayado. Entre los papeles y carpetas, un disco de Leonardo Favio, su cantante favorito.
Su oficina es un lugar de paso. “Yo soy de campo, donde está la acción, por eso mi oficina siempre pasa igual”, así define su forma de trabajo León. Durante los ocho meses que ha estado frente a la PJ logró desarticular nueve bandas delictivas y la resolución del 85 % de los crímenes ocurridos en Cuenca.
“Los números son fríos y no reflejan el verdadero trabajo de la Policía. Aunque es positivo resolver crímenes, lo correcto sería que estos no ocurran, sino que se prevengan. Considero que mi mayor satisfacción es el trabajo institucional que se ha realizado, el cual se basó en que la ciudadanía recupere la confianza en la Policía”, indica León.
Imagen de la Policía
Para León, el trabajo de la Policía Judicial del Azuay se ha centrado en devolver la confianza en la institución. Hemos llegado a los cuencanos y con trabajo recuperamos la imagen que años atrás malos elementos la ocasionaron. Ahora las personas llegan a las oficinas y denuncian los delitos. Saben que de una manera transparente se investiga y se entrega resultados oportunos, comentó el oficial.
“La Policía no tiene excusas para no cumplir con su trabajo. Ahora tenemos todo, medios, equipos, personal, recursos. El Gobierno hace un gran esfuerzo para equiparnos y prepararnos. Nuestro compromiso y deber es retribuir todo esto, con trabajo a favor de la ciudad”, agregó.
Durante los ocho meses al frente de la PJ, León recibió una sola denuncia sobre un supuesto acto de corrupción de un uniformado. “Un señor llegó a las oficinas y me señaló presuntos actos de corrupción de un elemento, le pedí pruebas. Le indiqué que contaba con todas las garantías para que su denuncia sea investigada, se retiró a buscarlas y nunca más regresó”.
“Los cuencanos pueden dar fe de nuestro trabajo, no solo en la resolución de casos, sino en las campañas de prevención. Muchas bandas han sido desarticuladas antes de que cometan sus delitos. En base a labores de inteligencia descubrimos su forma de actuar y logramos su oportuna detención. Esa labor muchas veces no es reconocida, pero es muy importante”, señaló.
“Sin ejemplo ni se enseña ni se aprende”
Otra frase que marcó la carrera de Pablo León, cuando ingresó a las unidades investigativas de la Policía, hace ya 20 años, es “sin ejemplo, ni se enseña, ni se aprende”. La escuchó de un superior y trata de repetirla a todos sus agentes.
No muchos agentes de la PJ hablan sobre su coronel, pero todos coinciden que su trabajo habla por él. Sus agentes lo tildan de una persona firme, recta, de principios y con gran apego a su familia.
“A diario nos repite que nosotros somos ejemplo, que debemos ser los mejores ciudadanos. Que nuestro trabajo es muy importante porque va en beneficio de la ciudad. Que debemos sentirnos orgullosos de ser policías y sobre todo, orgullosos de servir a las personas”, comentó uno de ellos.
León es el primero en sentirse orgulloso de sus policías. A diario les recalca que son los mejores y que si uno falla todos fallan. Los triunfos son momentáneos y los errores cicatrices que marcan el desarrollo de todos. “Cuando nos critican soy el primero en poner la cara y cuando nos felicitan ni me aparezco, es mejor así…”
El primer eslabón de una posible cadena
A diferencia de muchos oficiales, Pablo León no viene de una familia de policías. Decidió por esta carrera con el apoyo de sus padres. Ahora tiene dos hijos, el primero de 20 años, está cerca de graduarse en la Escuela Superior de Policía.
“Con mi hijo compartimos una de mis pasiones, el amor por los motores. Ganamos varias carreras, algún día estaremos nuevamente tras el volante. Ahora él está centrado en sus estudios, le gusta la criminalística. Espero que me supere y así empezar una tradición policial en la familia”, agregó.
No soy adepto a la televisión, pero mi hijo me enseñó a ver la serie CSI (la escena del crimen). Trata sobre la investigación policial, me parece muy agradable y sobre todo me brinda la oportunidad de compartir un momento agradable con mi familia.
Aunque desea que esta tradición familiar se consolide, León espera que su hija, de 16 años, opte por otra profesión. “Ser policía es muy duro, se sacrifica muchas cosas. Respeto y admiro a las mujeres que optaron por esta carrera, pero me gustaría que mi hija tome otro camino. Solo el tiempo lo dirá…”
“Hago lo posible por ser un buen padre, en la actual sociedad es complicado. Intento pasar el mayor tiempo con mi familia y compartir momentos, como la comida, sobre todo las carnes que es lo que más me gusta. Es difícil alejarse, siempre se está pensando en un caso o en un operativo, así es la vida del policía”.
Finalmente León deja el Azuay con una gran tristeza. Siente que aún le quedan temas pendientes, pero se tranquiliza al saber que las cosas están bien encaminadas. Al igual que todo policía, ya está listo para asumir su nuevo reto, el cual está vinculado a la investigación, que es sin duda su gran pasión… / M Navarro/M Villegas